RECONOCIDO LOCUTOR NARRA SU ODISEA DE RESCATISTA EN EL TERREMOTO DEL 86

El destacado hombre de radio y comunicador, Miguel Ángel Carballo, recordó en sus redes sociales, un dramático capítulo que le tocó vivir durante el terremoto del fatídico 10 de octubre cobró la la vida de muchos salvadoreños y destruyó gran parte de la capital salvadoreña.

Su historia publicada en sus cuenta personal de Facebook nos parece interesante y (sin su permiso) nos pareció importante retomarla.

Aquí se las dejamos textualmente:

“No me pondré de héroe, porque no lo soy, ni lo busco, pero hace 38 años, con mi amigo chiqui, Mario Antonio Aparicio Mancía que hoy vive en California, íbamos en busca de mi hermana que no aparecía después del terremoto, en el camino pasamos por el edificio de Molina Civallero frente a la plaza Barrios, cuando escuchamos un grito, habían otros 3 cheros sacando a alguien que estaba atrapado, chiqui sin pensarlo se metió, yo como pude conseguí un hierro grueso para apalancar la entrada del hueco y le seguí, sacamos a una joven y una niña, la nena quedo atrapada del brazo por un estante la joven del pie, recién despertaban del desmayo, su ropa desgarrada como si un lobo las hubiera atacado y llenas de polvo blanco, las sacamos y justo en eso iban los de cruz verde y se las llevaron a un lugar cerca para atenderlas, nosotros seguimos hasta el hula hula, ahí estaban varios miembros de la banda del centroamericano del cual mi hermana era parte, pero no aparecía, la escena era dantesca.

Chiqui me dice Carballo venite necesitan ayuda ahí, era el pollo loco, un infierno literal el incendio y los tambos de gas aún explotaban, sacamos a 2 personas muy dañadas con vida y 3 fallecidos, con la ayuda de mucha gente alrededor no lo hicimos solos, chiqui siempre fue muy atrevido y muchas veces bobo, yo cuando podía me le ponía al paso en ambas cosas, pero mi corazón estaba con mi hermana, le digo – Me voy a la casa veré si ya regreso Guadalupe – Ándate, yo ya llego, me dijo – regrese por la misma ruta, cuando pase de nuevo por el almacén donde nos metimos, el hueco por donde entramos ya no estaba, lo ubique porque el hierro que puse para apalancar estaba totalmente doblado, las replicas hicieron que el edificio se asentara más.

Mi hermana apareció hasta la tarde, jamás me había apretado tanto la mano y abrazado como ese día, cuando le dije que todos estábamos bien, se quebró a llorar, estábamos en la cuesta del palo verde bajando cuando vio la casa a lo lejos y lloraba más, al rato llego chiqui y me dice, – haceme barra a ir a buscar a Ivania, su novia – y ahí arranco otra aventura de ese 10 de octubre de 1986 ya casi cayendo la noche hacia Cuscatancingo pidiendo ride o jalón, esa zona pobre y deprimida quedo devastada, regresamos ya noche, el centro ya estaba intervenido por militares, en fin, con ese loco fui a ver a mis tíos y mis abuelos, para tranquilizar a la familia, como ya les he contado en otras ocasiones.

A veces me pregunto ¿que paso con esa gente que ayudamos? ¿Como les habrá ido?.
Ese día cambio mi mundo, mi gente, mi realidad, mi país, mi El Salvador, nunca nada volvió a ser igual”.

Mike.