UNA SIESTA BREVE MEJORA LA TOLERANCIA AL DOLOR, REVELAN ESTUDIOS
Diversos estudios presentados en el XX Congreso de la Sociedad Española del Dolor (SED), que se celebra en León, han revelado que una pequeña siesta puede mejorar significativamente la tolerancia al dolor. Además, una dieta antiinflamatoria sería un complemento ideal para reducir el dolor, especialmente en pacientes crónicos.
«Una siesta de 20 minutos ha demostrado que puede revertir los cambios en la percepción del dolor inducidos por la falta de sueño, lo cual es significativo para comprender cómo el descanso corto puede influir positivamente en la regulación del dolor», explicó la doctora Hélène Bastuji, investigadora del Centro de Investigación de Neurociencia de Lyon, Francia.
En contraste, la falta de sueño disminuye la tolerancia al dolor. «Los cambios en la cantidad y calidad del sueño durante la noche en un individuo influyen en el dolor experimentado al día siguiente», afirmó la doctora Bastuji. Por esta razón, los expertos reunidos en León consideran que mejorar la calidad del sueño podría ser una estrategia efectiva en el tratamiento del dolor crónico.
Un reciente estudio publicado en el ‘Journal of Neuroscience’ exploró cómo la pérdida de sueño afecta la percepción del dolor a nivel cerebral. Los hallazgos del seguimiento revelaron que incluso variaciones menores en la calidad y duración del sueño de una noche a otra pueden influir en la sensibilidad al dolor al día siguiente.
Estos hallazgos indican que mejorar la calidad del sueño no solo puede reducir la percepción del dolor, sino que también optimiza la capacidad del cuerpo para modularlo de manera efectiva, apuntó el doctor Luis García-Larrea, presidente de la Federación Europea del Dolor (EFIC).
«Es importante un buen descanso nocturno para la gestión del malestar. Las personas que duermen peor tienen más dolor. Esto subraya la necesidad de abordar los problemas del sueño como parte integral del manejo del dolor», reveló. El dolor, a su vez, influye en la calidad del sueño, por lo que se produce un círculo vicioso que, según el doctor García-Larrea, es necesario atajar consultando con un especialista en dolor.