ECUADOR BAJO LA SOMBRA DE UNA DICTADURA BURGUESA

Por: Cristóbal Rodríguez Guerra

Miércoles, 4 de septiembre de 2024

Ecuador se encuentra en un momento crítico de su historia. El gobierno actual, encabezado por el presidente Daniel Noboa, ha demostrado, de manera alarmante, que está dispuesto a socavar las instituciones democráticas y ejercer el poder de forma autoritaria para consolidar su control y garantizar su reelección en febrero de 2025. Lo que alguna vez se consideró un país en transición hacia una mayor apertura democrática, ahora enfrenta un retroceso marcado por actos dictatoriales que erosionan el Estado de derecho.

El reciente accionar del Tribunal Contencioso Electoral (TCE) destituyendo a los consejeros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS), quienes, aparentemente, simpatizan con el expresidente Rafael Correa, es un claro ejemplo de cómo el gobierno utiliza el poder judicial como una herramienta de represión política. La destitución de Augusto Verduga, Yadira Saltos, Marisol Párraga y Eduardo Franco, bajo el pretexto de una infracción electoral, no solo es un golpe directo a la democracia, sino también un acto que revela la instrumentalización de las instituciones judiciales para perseguir a aquellos que no se alinean con los intereses del oficialismo.

Esta destitución es solo la punta del iceberg en un mar de abusos que evidencian una dictadura encubierta. A través de amenazas, como las proferidas por asambleístas del bloque oficialista ADN dentro de la Asamblea Nacional, el gobierno busca acallar cualquier disidencia. Además, se suma la campaña política anticipada que varios ministros del gobierno han llevado a cabo, promoviendo abiertamente la reelección de Noboa, como lo hizo el ministro de Defensa al llamar a que no voten por los opositores. Este acto, claramente en contra de la normativa electoral vigente, demuestra la falta de escrúpulos de un régimen que no duda en utilizar recursos públicos y eventos populistas de manera soterrada, como el bingo gratuito en Crucita a realizarse este día con premios que van desde una moto hasta canastas de alimentos, para atraer a los sectores más vulnerables y asegurar su permanencia en el poder.

La situación se agrava cuando observamos cómo se ha deteriorado la institucionalidad en Ecuador. Las cortes de justicia, plagadas de corrupción y servilismo, actúan bajo las órdenes del ejecutivo, dejando de lado su rol de garantes del Estado de derecho. El caso del juez Fernando Muñoz, quien aceptó una denuncia y destituyó a los consejeros del CPCCS, es solo un ejemplo de cómo el sistema judicial está siendo utilizado para eliminar a los opositores y consolidar un poder autocrático.

El escenario que enfrenta Ecuador es preocupante. La acumulación de poder en manos de una élite burguesa, que cree estar por encima del bien y del mal, nos ha llevado a una dictadura encubierta que amenaza con destruir los cimientos democráticos del país. Es hora de que el pueblo ecuatoriano tome conciencia de la gravedad de la situación y exija una Asamblea Constituyente que permita rescatar a la nación de las garras de aquellos que han convertido al Ecuador en una «Hacienda NarcoBananera».

La historia nos ha enseñado que la pasividad frente a la tiranía solo conduce a la opresión. Hoy, más que nunca, debemos unir nuestras voces y luchar por recuperar nuestra patria, por restaurar la democracia y por garantizar que las instituciones sean verdaderos representantes del pueblo y no títeres de una oligarquía en decadencia. El poder de la gente debe ser la fuerza que rescate a Ecuador del abismo al que ha sido empujado. No podemos permitir que un gobierno, que hace lo que le viene en gana, siga pisoteando los derechos de los ecuatorianos. Es el momento de actuar, de organizarse y de luchar por un Ecuador libre y justo para todos.